No se trata del bolígrafo en realidad; se trata de lo que se puede hacer con el bolígrafo.
George Lois
Para preparar mi última ponencia sobre Inteligencia Artificial y servicios de referencia recurrí a un libro de la Biblioteca de la Universidad de Palermo, en el cual encontré uno de los mejores consejos que leí hasta ahora sobre dar una presentación oral.
«Convertirse en el público». Es decir, preguntarse qué necesita este de tu tema. Porque la ponencia no es para el orador, es para los oyentes. Ellos necesitan aprender algo que transforme sus vidas o su profesión. En cambio, generalmente caemos en el error de querer «decirlo todo» por miedo a que el mensaje no se entienda, y los detalles recargan o no apoyan directamente la idea central que nos interesa comunicar. Como afirma Kenny Nguyen [y otros] hay que concentrarse «en lo que quiere el público, en los beneficios que tu tema ofrece ante una necesidad concreta» (p. 57).
El hecho de enfocarnos en la idea principal que necesitan comprender los oyentes es el principio directriz que permite evaluar cada elemento que incluimos en una presentación. «No se van a acordar de la estructura de los pilares de tu empresa que has mostrado en esa diapositiva repleta de estadísticas. Se van a acordar del tema de tu presentación, el mensaje que les ha transmitido esta, o no se acordarán de nada en absoluto», sostiene Nguyen (p. 20).
Este principio es válido para el contenido oral y escrito, el diseño de las diapositivas o la misma exposición. También me animo a extenderlo a cualquier situación laboral o de la vida, en la cual tenemos que “vender” una idea a otro.
En mi caso, luego de escribir el texto de la ponencia y practicarla, leí este principio en el libro; entonces me di cuenta de que había algunos elementos que, si bien eran interesantes desde mi perspectiva, podían ser simplificados o directamente eliminados. Esta es una clave para dar presentaciones efectivas, que ayuda a sintetizar el mensaje, demostrar naturalidad y, sobre todo, poner en el centro al oyente (tal como los bibliotecarios hacemos con los usuarios en nuestro trabajo diario). Después de todo, también debemos confiar en ellos, en su capacidad de interpretar y construir significado. O como diría Julio Cortázar, escribir para los «lectores cómplices».
Si querés saber más sobre este tema te recomiendo leer:
Nguyen, K, Murillo, G., Killen, R., & Jones, L. (2017). Presentaciones memorables: Crea experiencias únicas que cautiven a tu audiencia [The bigfish experience]. Empresa Activa.